Aprovecho de hacer un reconocimiento público a María Silva Ossa, fallecida el domingo pasado y cuya poesía nos hereda el ímpetu de seguir escribiendo.
DERROTA
por María Silva Ossa
Mar de inútil brisa que concluye
cabalgando la espuma de tu aurora.
Muestras tu corazón emblanquecido,
ancha palma de ciudades muertas.
En mis oídos de antigua calavera
tu dulce música me dirá su signo;
caracol de Dios, mi cráneo por los siglos
cantará tu melodía frenética.
Mi sal amarga de la muerte
sólo en tu regazo se adormece...
No faltará el trayecto sin minutos
en tu reloj de todas las arenas.
Los retoños de cal de tu garganta
han soplado en los bosques centenarios,
y hoy tus rocas se yerguen sin un canto
de ruiseñor, al lado de tus valles.
Sombras de fríos peces que vuelan;
todo fué y aún no ha sido oceánico.
¡Paso de luna por la tierra rota!
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