5/1/10


Soy agua, ojo de mercurio, sangre fluvial por los paredones de Santiago. Muros de hambre, nacimientos permanentes, agua que cae de la fuente al ojo, agua derramada desde un cáliz maternal llamado centro.

EL ÁNGEL




La espalda del ángel era fornida y de grandes alas,

pesadas,

fue la primera impresión,

luego su cabeza derrotada,

sobre ella irrumpía un cielo azul intenso,

miraba aquel cuerpo humano

inerte sobre el pavimento.

Las alas del ángel no pronunciaron una sola palabra,

estaban mudas

y su peso viril

se desplomaba opaco sobre su lomo

como petrólelo que mancha

los cuerpos aún en vida.

Su utilidad no era real,

era más bien una cruz.

Y TODO EL CIELO PESABA,

TODO EL CIELO PESABA SOBRE NUESTRAS CABEZAS.