28/12/09

VERONICA

Se me han acercado dos hombres de negro

meneando la cabeza con lástima,

¿erraste otra vez, Verónica,

otra vez manchaste tu manto

con sangre ajena?

¿Otra vez quisiste ser recipiente para

el Santo Grial?

Y como mi nombre es Verónica

no he podido sino correr.

Correr a refugiarme,

buscar un agujero hecho sólo para mí,

quisiera hacerme de un manto inmenso

y cubrirme con él para dormir tranquilo,

quisiera depositar mi rostro en un manto

y olvidarme de él.

¿Qué has hecho, por qué te compadeces

del hombre?

Es que no es el hombre quien me hace sufrir.

¡Hombre, ya estoy lejos!

¡Hombre, ya no existo de bienestar,

lo que queda de mí es residuo!,

mi nombre es Verónica

me es natural ausentarme.

¿Escuchaste alguna vez aquel susurro;

todo está bien si te quedas conmigo,

escuchaste tal vez ese susurro que soy yo,

como si alguien intentara apagar la vela

con un soplo insuficiente,

como si la fuerza de algunos

no fuese un poder concreto

para empujar la vida?

Ahí permanezco.

He visto dos hombres de negro,

tratarían de acorralarme a la vuelta,

no estaría preparado para el descenso acaso,

se me han acercado unos hombres

que desconozco,

por qué,

nunca hemos pertenecido a la misma horda.

Me han tomado del cuello,

me han hecho confesar,

¿A quién besaste Verónica?

Hemos visto a un niño y reconoció ser tu hijo,

no lo niegues de manera explícita.

Del manto ha caído una gota de sangre

y más tarde una semilla

se ha propagado por todo el globo,

mi nombre es sangre,

mi nombre es gota de mercurio,

se propaga por la sed de los pobres,

por el alma diletante del solo.

Y luego soy un soplo, un reflejo entre fantasmas

y luego lloro

una gota que cae de bruces al suelo.

SIN TÍTULO

dispuesto en un lugar invisible

invisibles se volvían todos los volúmenes

cremando con rabia los corazones restantes

aquellos residuos manifiestos de

humanidad

si permanecía oculto emanaría de mí

una ráfaga

y mi alma pregnaría Santiago de rojo

a veces creo ser un espasmo esporádico

a veces me manifiesto

y rompo todo cuanto me refleja

aquello que se movía, al abrir los ojos,

se transformaba en sangre

la vida era una arteria y

el hombre flujo

como hojas se desprendían los egos

como un sudor frío, de hombres fríos

como presenciar una naturaleza utópica

retratada en un cuadro demasiado bueno

pero absurdamente protegido

una rosa tenue

mira la catástrofe silenciosa

en silencio

la cosa le angustia

le teme a la vida

lee un pergamino

no existe en el registro

¡pero si creía estar viva!

y el ejecutor se hizo humo

se guardó en un cigarrillo y se consumió en

una boca

no hay responsables, no hay presencias

existe hoy en día el miedo

yo también lo he sentido.