Guardo todavía el quejumbroso tonel,
no he dejado ennegrecer el vino,
yo soy una bóveda, es decir, mi corazón,
atrapados en la oscuridad, noche gigantesca,
puedo sentir tu mano
-tu mano de noche,
de sombra,
de epifanía-,
pero beber de aquel tonel, saber que mi piedra fermenta,
que mis ojos son laguna en tu paisaje,
no esposible decirlo.
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